1912. Bunyolera en la festa de les Falles

C. de DOCUMENTACIÓ

Autor fotografia: Peydró Marzal, Vicente (1887-1955). Títol: Bunyolera. Any: 1912. Suports i dimensions: 1 fots. 20 x 17 cm. paper fotogràfic, digital. Matèries: Simbolisme faller, material fotogràfic. Notes: Col·lecció Josep J. Coll.

C. d' INTERPRETACIÓ

Crónica de la festa publicada per El Mercantil Valenciano:

Con viento más moderado se celebró ayer la fiesta de San José y la popular diversión de las fallas. Las calles se vieron concurridísimas y la animación no tuvo límites, pues la gente, en la que se notaron muchos forasteros, formaba un cordón interminable que se agolpaba alrededor del improvisado escenario, y hacía comentarios sabrosos respecto a la intención del asunto.

El hecho es que desde las primeras horas de la mañana hasta muy entrada la noche hubo por la ciudad y sus alrededores un movimiento y un bullicio extraordinario. Se mezclaba en el ambiente un vaho de aceite hirviendo producido por las freidurias de buñuelos, de los que se puede decir que había dos en cada calle. El consumo de aquellos debió ser fabuloso, pues formaban cola las muchachas de servicio a las puertas de dichos establecimientos a las horas del mediodía. Por supuesto, que no faltaba el detalle característico al exterior, no ya de ramas, sino de verdaderos troncos al oloroso laurel.

Todos los puntos donde se habían colocado fallas se hallaban amenizados por bandas de música, que ejecutaban lo mejor de su repertorio. En la calle de Don Juan de Austria los reputados dulzaineros de Tales se hicieron aplaudir mucho con sus variaciones, que ejecutaron con su peculiar destreza.

La animación se acrecentó durante la velada, pues nadie quiso privarse de ver las peripecias y accidentes que puedieran surgir del sacrificio a que iban a ser condenados lo mismo las figuras modeladas con arte que los personajes grotescos y los accesorios que se han exhibido estos dias.

A media noche, previo el disparo de fuegos artificiales en algunos puntos, y de ruidosas tracas en todos ellos, los alegres acordes de las músicas y la algazara de la multitud, se quemaron las fallas, que no tardaron mucho en convertirse en cenizas.